Maite Bengoa Tejería
Maite Bengoa Tejería
Maite Bengoa es directora del grupo de danza Eusko Indarra, el cual funciona en el marco del centro vasco Haize Hegoa.
Entrevistador/a: ¿En qué año llegaron tus familiares al Uruguay?
Maite: En primer lugar, yo soy uruguaya, hija de vascos, de ambos lados: mi padre y mi madre. Mi papá llego en 1948 y mi mamá en 1952. Mi papá vino con un contrato de trabajo para la construcción; venía de la posguerra. El empresario que lo contrató lo fue a buscar al puerto. Vino con un hermano y un compañero del mismo pueblo, directamente a trabajar. Mi padre fue el primer integrante de la familia en llegar. En el caso de mi madre, vino a vivir con una tía, que era tía y abuela a la vez (un lío de familia). Los Tejería, la familia de mi mamá, hacía muchos años que estaba acá, en un campo en Tacuarembó, que iba pasando de sobrinos a tíos; éstos iban a buscar las novias al País Vasco. Una sobrina que se casó con uno de los tíos, que además era viuda y tenía dos hijos, fue la que mandó a buscar a mi mamá para que la ayudara con los chicos y, también, para que conociera América, porque ése era su sueño. Acá se conoció con mi papá, se casaron y me tuvieron. Cuando yo tenía siete años, ella volvió conmigo al País Vasco a visitar a los abuelos y a que los conociera.
Entrevistador/a: ¿Cómo fueron los primeros años de tu familia en Uruguay?
Maite: Cuando mi padre vino a Uruguay empezó como albañil, pero luego creó una empresa de construcción. Como tenía conocimientos de trigonometría empezó a estudiar planos y a trasladar las cosas que le daba el arquitecto (materiales) para construir una casa. Y lo pudo hacer, junto con sus hermanos, que trabajaban como oficiales en las distintas obras. Lo importante es que estando en Uruguay tuvo la oportunidad de hacerlo. Mi padre ya vino con un contrato de trabajo. Tal vez, si se hubiera quedado allá, hubiera sido un albañil, heredero de su padre. En ese entonces en el País Vasco no existía la posibilidad de subir de status y, en cambio, acá tuvo una pequeña empresa y trabajó para el Banco, para el Estado, incluso, colaborando en aquello que era nacionalizar lo uruguayo. La posibilidad de tener hijos que pudieran estudiar allá era tan difícil, y acá era relativamente fácil. Eso era lo fundamental para ellos, porque allá también existían las leyes de mayorazgo, que no te permitían estudiar. Esta inserción terminó por dar hijos que fueron ganaderos, dueños de tierras, gente con influencias, caudillismo y demás.
En una ocasión, un compañero que ha estudiado mucho a los vascos en Argentina, me comentaba que la inmigración vasca de ese país y la de Uruguay habían sido muy distintas. En su opinión, la intelectualidad vasca (poetas, artistas) se había radicado en Argentina y, en cambio, para acá vino una inmigración de trabajadores (principalmente en la posguerra última). Mucha de esa gente se transformó en nuevos ricos. Las familias que asistían al Centro Euskal Herria eran de un nivel mucho más elevado que los inmigrantes que vinieron más tarde. En cambio, la gente que asistía al centro Euskaro Español era, no económicamente de menos recursos, sino menos "culta". La mayoría de la gente que iba al centro Euskal Herria no era vasca, sino descendientes. Eran dos grupos de gente distinta y, a pesar de que todos ellos eran socios de ambos centros, tenían reuniones y fiestas muy diferentes. Lo que sucedía era que el hecho de ser socio del centro Euskal Herria daba un rango de distinción social. Esas dos distinciones reflejaban las diferencias entre el inmigrante recién llegado al país y el descendiente vasco, que generalmente ya había mejorado su situación social. Quizás alguno de ellos se acordará con cariño de sus abuelos, pero no sé con qué orgullo los tendría sentados en la misma mesa, si pudiera hoy día convivir con ellos.
Entrevistador/a: ¿El Estado uruguayo ha dado alguna facilidad para la inmigración vasca, o a la comunidad vasca que se encuentra radicada aquí?
Maite: En la actualidad pienso que depende de con quién hables. Hemos pasado por gobiernos blancos, colorados, dictaduras y ahora frenteamplistas, y siempre vas a encontrar personas con actitud positiva hacia nosotros, pero no por eso el Gobierno fomenta una cultura diferente. Me parece que una de las funciones del Gobierno uruguayo es, justamente, la de fomentar la cultura uruguaya. Nosotros necesitamos un espacio, ya que no tenemos una sede para nuestro centro. Por ello hemos realizado varios proyectos con la intención de tener un lugar para nosotros, pero que también sirva para la comunidad uruguaya en general. Pero todo quedó en proyectos, ya que no han aceptado nuestras propuestas. Muchas veces nos ha pasado de ser invitados a un desfile y que haya problemas con la bandera: por el hecho de salir con la española o con la vasca. Tenemos siempre que aclarar que somos una colectividad vasca y que nos corresponde, por lo tanto, salir con la bandera vasca, ya que no tenemos que ver ni con los españoles, ni con los franceses, ni nada. Si no podemos desfilar así, entonces optamos por retirarnos.
Desde hace ya un tiempo se entrega un premio en una Sociedad de Estudios Vascos de EE.UU. Todos los años se premia a una persona en un país, como representante de determinadas cosas de la cultura vasca. Por ejemplo, podría otorgarse un premio al ovejero como representante de la mayor parte de la comunidad vasca. Cuando le tocó el turno a Uruguay, nosotros propusimos que como la mayoría de los uruguayos tienen algún descendiente vasco, entonces, el representante de esta cultura sería el presidente. Se nos ocurrió ofrecerle dicho premio al presidente de turno en representación de los uruguayos descendientes de vascos, de los inmigrantes. Hicimos una carta invitando al presidente y explicando los motivos de dicha convocatoria. No hubo respuesta porque de alguna manera la mala prensa había incidido […]. El presidente, a pesar de tener apellido vasco, no tenía ningún interés en ser asociado o reconocido como vasco. Tabaré Vázquez, por ejemplo, aceptó el reconocimiento del centro Euskal Herria como socio honorario.
Entrevistador/a: ¿Cuáles son las principales instituciones vascas en el Uruguay?
Maite: En Montevideo, están el centro Euskal Herria y nosotros, el Haize Hegoa. Haize Hegoa concentra gente de medios sociales muy distintos […]. No nos interesa si posees o no un apellido vasco; nos interesa que trabajen para difundir la cultura vasca. Haize Hegoa significa: viento del Sur, y tenemos un grupo de baile que se llama Eusko Indarra, esto significa: fuerza vasca. Este centro integra la Federación de Instituciones Vascas del Uruguay (FIVU), junto con el centro vasco de Carmelo, el de Rosario y el de Durazno. Los otros centros vascos de Salto, Lavalleja y Euskal Herria de Montevideo no están en la Federación. Yo, por mi parte, soy socia vitalicia del centro Euskal Herria. Lamentablemente, el centro Euskaro Español, desde el punto de vista de lo vasco, no está realizando ninguna actividad, aunque sí tiene actividades propias del barrio.
Entrevistador/a: ¿Qué actividades realiza el Centro Haize Hegoa? ¿Cómo se llega a ser socio?
Maite: En este centro solamente tenés que venir y participar. Incluso, en este momento, no estamos cobrando la cuota social; de lo contrario se complicaría bastante. Sí tenemos socios colaboradores que vienen y ayudan. Lo que nos interesa es que participes, que trabajes y te integres. No tenés restricción ni por apellido, ni por sexo, ni por nada. En cambio, para ser socio activo de Euskal Herria tenés que ser descendiente, o sea tener apellidos vascos dentro de los cuatro primeros, y los dos primeros deben ser vascos para poder integrar el Consejo. Socio activo significa que tenés derecho a votar, a opinar; si no podés ser socio colaborador durante veinticinco años y así podés pasar a ser socio colaborador activo. La cuota social es igual para todos, ni más ni menos para uno u otro socio. Pero si no tenés apellido vasco dentro de los cuatro primeros tenés que esperar veinticinco años para tener derecho a voto: ¡veinticinco años! Es una estructura totalmente distinta. Incluso, hoy en día, si quisieran renovar ese estatuto, no lo podrían hacer.
Entrevistador/a: ¿Haize Hegoa mantiene contacto con otras comunidades del Interior de nuestro país?
Maite: Nosotros somos un centro vasco abierto a la comunidad. Nuestras actividades van orientadas no sólo a la comunidad vasca, sino también a la sociedad uruguaya en general. Cuando hacemos actuaciones con nuestro grupo de baile, que pueden ser organizadas tanto por la Intendencia como por organismos tales como AUPI o en beneficio de escuelas, siempre los hacemos mostrando la cultura vasca a toda la sociedad uruguaya. Y esto es debido a que nos sentimos parte integrante de los uruguayos. En este sentido, aportamos lo que mejor sabemos hacer, que es nuestro ser vasco. Eso no quiere decir que quedemos encerrados en ello, sino todo lo contrario, consideramos que […] lo vasco es interesante y hemos notado que a la gente le interesa lo que hacemos, tengas o no tengas algo que ver. Hay gente que tiene una abuela o un pariente vasco, pero hay otros que no tienen ninguna relación y, sin embargo, demuestran interés.
Entrevistador/a: ¿Como integrante de la comunidad, tenés algún vínculo con el País Vasco? Y si es así, ¿a través de que medios?
Maite: Allá quedan todos los hermanos de mamá, siete hermanos, once primos, y sus hijos. Por el lado de mi padre tengo tres tíos y cinco primos en Euskadi y dos tíos en Uruguay. Nos comunicamos más por teléfono que por Internet. De allá nos llegan noticias por medio del Canal Vasco que sintonizamos para así enterarnos de lo que pasa en Euskadi.
Uno de los legados vascos más importantes que encontramos en el Uruguay de hoy es la gastronomía. Este acervo atesorado durante generaciones ha dado nacimiento a una nueva cultura culinaria. La cocina vasca fusiona la alta gastronomía con el empleo de recetas y técnicas ancestrales y caseras. El apego que los vascos tienen por sus tradiciones acompaña a su historia, ya que sus caseríos han guardado costumbres culinarias, en las que se integran usos ancestrales con aportes exteriores. La participación vasca en el descubrimiento de América ha dejado su impronta en el uso de vegetales y legumbres que hoy forman parte de la gastronomía vasca. Otro elemento importante que sigue vivo en la actualidad son las danzas y celebraciones que fueron traídas por estos inmigrantes a nuestro país. Ejemplo de ello son las celebraciones de los santorales y las conocidas tabernas.
Nosotros consideramos que las tradiciones vascas están insertas en la sociedad uruguaya ya que las cosas no están separadas, no son islas; toda cultura está enganchada con otra, y la nuestra también. Dentro de la cultura uruguaya está arraigado el concepto del vasco derecho, de palabra. Pero también está el concepto del vasco bruto. No sólo son características las positivas sino también las risibles, aquellas sobre las que podés hacer burla. Para mí, que todos los vascos somos trabajadores o de palabra no es así. Esto sí puede ser un ideal, porque ha habido vascos de todos los colores. El tratar de encontrar el defecto en los otros y planteárselo es muy humano. Yo pienso que acá se podría ver una parte de la inmigración vasca muy interesante, lo que yo llamo los vascos atorrantes. Por otra parte, llegaron montones de vascos que habiendo bajado del barco decidieron olvidarse de todo, cambiando no sólo de país sino también de vida y de idioma. Hubo gente que prefirió olvidarse porque esa situación le resultaba muy traumática. Sin embargo, otros decidieron formar el centro vasco para seguir con sus costumbres.
Como centro vasco, tratamos de mantener nuestras tradiciones. Yo las vivo muy de cerca porque mis padres son los dos venidos de allá, y mi casa fue y es la casa del pueblo. Todo mi ámbito ha sido más vasco que uruguayo. Eso te impulsa también a que tengas determinadas cosas estructuradas a seguir, a festejar, a tratar de comer tal cosa en tal fecha y demás. Ahora, por ejemplo, viene la celebración de San Juan y como pensamos hacerlo en un lugar al aire libre, queríamos convidar a los presentes con una bebida caliente. Entonces, busqué en las viejas recetas vascas y encontré una bebida que se llama Zurracapote, que lleva vino caliente, canela, ron, café y pasas de uva. Esta celebración se realizará el 23 de junio frente al Cabildo, porque tiene que hacerse en un cruce de calle.
Como platos típicos, te puedo señalar (y que a mí me gustan mucho) los calamares en su tinta, el bacalao al pil-pil con morrones, la piperrada con morrones asados, pelados y ajito, acompañado con cerdo o con pollo y una salsa roja. La merluza en salsa verde, sopa de ajo, el mondongo preparado con pimentón, patitas de cerdo, cebolla, morrón, ajito, acompañado con una salsa roja y picantona. Dentro de la cocina vasca se utiliza mucho la verdura, eso sí, muy cocida. A mí me gusta toda la cocina vasca, y yo "como vasco". No es una cocina complicada. Es, además, de estación. Nosotros, en esta casa preparamos muchas cosas en conservas, como tomate, duraznos en almíbar, vino. Esa necesidad de tener por si llegan los tiempos difíciles tal vez sea algo que trajeron mis padres como inmigrantes. En Uruguay tenemos algunas cosas que están como congeladas con respecto al País Vasco, que se conservaron en determinada forma. Tenemos ese amor por las cosas de antes y buscamos la forma de hacerlas ahora. Allá, en Euskadi, hay gente que nos acompaña en esta idea, pero otras, en cambio, tratan de estar en la última de la última, sin importarles para nada la tradición. ¿Por qué?, porque saben que hay otros que tratan de conservarla. Acá, si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie. Sentimos una especie de obligación de continuar con la tradición.
Entrevistador/a: En tu opinión, ¿cuál sería el legado vasco a esta sociedad? ¿Qué significa para vos ser vasca?
Maite: Es un sentimiento. No puedo pensarme partida. Por ejemplo, si jugara al fútbol Uruguay y el País Vasco, me pondría del lado de Uruguay. Así, y en todas las competencias. Yo me siento uruguaya, pero son muchas las cosas en mi vida que hago como vasco: como en vasco, hablo con mi madre en vasco (y de temas vascos), veo el informativo vasco y estoy enterada de lo que sucede en Euskadi. Pero no dejo de estar en Uruguay. Con seis años viajé al País Vasco, fueron veinte días en barco y los siete años los cumplí allá. Cuando llegué hablaba el castellano con el acento de acá y todos se burlaban. Lo más gracioso es que cuando volví, se burlaban también porque decían que hablaba en gallego, cosa que me molestaba mucho.
Entrevistador/a: El pueblo vasco fue históricamente muy católico, pero parecería que en la actualidad ello ha ido cambiando, al menos en lo que respecta a los descendientes.
Maite: La religión depende de la región o el país del que se esté hablando. En el País Vasco la religión católica está muy diluida, y si bien sigue estando presente, la gente joven, principalmente, no la practica de manera tan estricta. En los centros sociales de Uruguay se prohíbe hablar de política y religión, y creo que también de fútbol, para evitar motivos de pelea. De todas formas, en cualquier fiesta que se celebrara, habiendo misa y comida, el resto no importaba; se podía celebrar un partido de pelota vasca o una danza, pero la comida y la misa eran infaltables. Nosotros, en Uruguay, no tenemos una tradición religiosa. Nos ha pasado que cuando vamos a la Semana Vasca en Argentina tenemos problemas en la misa porque en determinado momento de la consagración las banderas se bajan, pero la uruguaya no. Terminamos, entonces, con la bandera uruguaya fuera de la Iglesia. En el caso de Argentina, en toda fiesta vasca la misa siempre está presente, porque la Iglesia forma parte de la sociedad. Cuando nosotros hacemos actividades la misa no tiene importancia, pero para los vascos inmigrantes sí la tenía porque formaba parte de su vida.
Entrevistador/a: Algunas comunidades de inmigrantes tienden a formar su familia con personas de su propio grupo, ¿en el caso de los vascos ocurre lo mismo?
Maite: En la Facultad de Humanidades estuvimos haciendo, en antropología biológica, un trabajo sobre los casamientos dentro de la misma colectividad. En éste se decía que los que más se casaron entre sí fueron, primero, los llegados de las Islas Canarias, y después, los vascos-franceses. No hay que olvidarse que los vascos venían con otro idioma. Hablar, entonces, el mismo lenguaje dentro del matrimonio era bastante importante. También está el hecho de poder seguir las mismas tradiciones. Lo que en un momento me resultó raro era la cantidad de tanos que se casaban con vascas. Comentando este caso con un vecino, que es italiano, me decía que cuando él llegó a Uruguay había muy pocas mujeres italianas y, por eso, ellos iban a bailar a los clubes andaluces, españoles, vascos o gallegos, que era donde encontraban mujeres. Destacó que éstas eran comunidades más abiertas, donde había más cantidad de mujeres solas que habían inmigrado por la guerra, la miseria o el hambre.
Entrevistador/a: Nos gustaría saber cuál es tu visión sobre la integración de los vascos en el Uruguay. ¿Qué percepción te parece que tiene la sociedad uruguaya de lo vasco?
Maite: La sociedad uruguaya asocia lo vasco con dos aspectos. Por un lado, un aspecto positivo: el vasco derecho, trabajador. También hay una línea que lo asocia a todo lo raro. Este es un concepto cultural que está en desuso, pero todavía hay gente que lo mantiene. La cultura vasca no ha sido una cultura aislada; hay toda una teoría que la sostiene, que afirma que el pueblo vasco se mantuvo porque estaba en lo alto de los Pirineos. Pero, en conceptos más modernos, se supo que pasó por allí el Camino de Santiago y que los vascos tenían más contacto con las modas de Inglaterra que la misma Madrid. Es un país de paso donde los Pirineos están más bajos. Allí, y en Cataluña. Si mantuvimos la cultura vasca como tal es porque nos enriquecemos con muchas cosas que han traído varias culturas y las vasconizamos [sic]. Se tiene, entonces, una visión positiva hacia lo vasco, pero de rareza también. En muy pocas cosas se puede decir que los vascos somos totalmente distintos a todos. Somos europeos, pero un aspecto positivo de los vascos es que han tomado elementos de otras culturas y los han adaptado. Hemos tomado cosas de los celtas, de los romanos y las vasconizamos [sic], las hicimos nuestras y las conservamos, mientras otras culturas las perdieron. Seguimos la tradición y la conservamos, pero agregándole diversos elementos que hacen de la tradición algo más grande. A veces me cuestionan por qué utilizamos en los bailes las castañuelas, y siempre contesto lo mismo: sí, los vascos bailaban también con las castañuelas. Lo que sucede es que se piensa la tradición […] [reciente], y ésta viene de mucho tiempo antes.
Existe, también, otra corriente, bastante particular, que tiene que ver con la política actual y con el terrorismo, la ETA, y todo lo demás. Por un lado, entonces, nos aman porque somos raros, y por el otro, nos odian porque somos vascos. No importa la ideología que tengas o dejes de tener. Si decís: "soy vasca", y no decís: "soy española", ya con eso parece que te colocás un cartel que dice: "soy terrorista y apoyo a ETA". Esto es producto de una muy mala prensa. Nos hemos encontrado en muchos lugares haciendo eventos culturales con gente que cree esto, y por ese motivo se nos limita muchas veces la participación. Esto no tiene nada que ver con el centro vasco, sino con lo que hay en este momento en la prensa: se dan sólo las malas noticias respecto a los vascos. Esto ocurre tanto allá [País Vasco], como acá. Nosotros tenemos simultáneamente la televisión española y la televisión vasca. El otro día nos resultó muy graciosa una encuesta realizada en el País Vasco acerca de la opinión de la gente sobre mudarse a otro lugar a causa de la situación allí con el terrorismo. En la televisión española aparecía que más del 30% de las personas del País Vasco tenían intención de irse de allí por la situación insostenible de terrorismo, etc., etc. Por otro lado, la televisión vasca decía que más del 60% de las personas estaban conformes con el modo de vida en el país. Era gracioso porque pensás: medio lleno, medio vacío, todo depende de la visión con que mires. Esto ocurre con todo, con una propaganda o una política a nivel del Estado. También sucede aquí en Uruguay, porque el Estado uruguayo no es neutral en el tema.
[Antes de terminar, Maite nos dijo algunos dichos populares típicos de su comunidad].
Maite: Hay un dicho muy conocido: "donde hay dos vascos, hay tres opiniones". Y esto es muy cierto. Hay un cuento también, que hacía mi padre. En una isla desierta naufragan un francés, un inglés y un vasco. El francés dice: "bueno, hay que empezar a buscar comida", el inglés, en cambio, sostiene que lo primero es buscar un refugio por si llueve, y el vasco dice: "no, lo primero es el Gobierno". Entonces, los otros dos le discuten que está loco y que en ese momento lo que menos importa es hacer un Gobierno y que lo más importante es tener comida y en dónde dormir. El problema fue que como el vasco es tenaz y cabeza dura, seguía y seguía insistiendo, ¡y no aflojaba! Entonces, los otros dos terminaron cediendo y le dijeron: "¡está bien!, ¡hacemos Gobierno!, ¡vos sos el presidente y ya está!". A lo que el vasco responde: "¡ah no!, ¡yo, oposición!".
Está presente, entonces, la idea de que con el Gobierno nunca se está. El vasco ama la libertad. Había otro cuento también. Llegan unos vascos a un lugar que estaba en guerra. Uno de ellos pregunta: "¿quién pelea?". A lo cual responden: "el Gobierno contra fulano". Entonces, los vascos se miran y responden: "nosotros, entonces, ¡estamos a favor de fulano!". No les importaba para nada quién fuera el contrario, solamente les interesaba apoyar al contra. Siempre, el vasco, tenía que ir en contra. No estar en la línea de quien gobierna es parte de la tradición vasca. Hoy en día, una buena imagen del centro vasco ante el Gobierno es importante, pero nosotros no somos de estar con esos contactos. Sí somos invitados a muchos eventos, que están vinculados a organismos gubernamentales. Estamos inmersos en este trabajo simplemente porque supone un aspecto cultural, pero no nos importa que tenga de intermediario al Gobierno.