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Ana Semikin

Ana Semikin

     Ana Semikin pertenece a la comunidad de descendientes rusos del Uruguay, ubicada mayoritariamente en San Javier. Es actualmente presidenta del Centro Cultural Máximo Gorki.

Entrevistador/a: Nos gustaría que nos contara algo sobre sus antepasados… Al comienzo se presentó como "purita, purita", ¿por qué?
Ana: Porque mis cuatro abuelos son rusos, vinieron siendo jóvenes; alrededor de quince, dieciséis años tenían cuando llegaron a San Javier. Se casaron  en Uruguay, formaron sus familias, mis padres ya son uruguayos.

Entrevistador/a: Sus padres nacieron en San Javier, ¿siempre se quedaron acá?
Ana: Sí, mi papá trabajó en la campaña […]. Hacían trabajos de agricultura; se autoabastecían. En la chacra tenían todo, todo lo que necesitaban para vivir. Lo único que compraban era una barra de jabón. Tenían sus colmenitas, criaban vacas, ovejas, pavos, gallinas; sembraban trigo, boniato, cebolla… En la chacra de mi abuelo siempre había todito. Después, a mi papá, cuando vivió en la campaña, le tocó viajar en un carro tirado por dos caballos. Tú lo habrás visto en el pueblo, lo usan como medio de locomoción hasta ahora. Mi padre se iba a vender lo que él plantaba: boniato, papa, zapallo, zanahoria. Llevaba lleno el carro hasta Paysandú,  a cincuenta kilómetros de acá, donde ya tenía sus almacenes. Dejaba la mercadería y de allí traía lo que necesitaban (jabón y otras cosas que traían para acá), como canje por las que llevaban.

Entrevistador/a: Así que sus abuelos y sus padres fueron a vender a Paysandú...
Ana: Ahí está, yo también lo hice un poquitito; llegué a plantar papa, boniato, etc.

Entrevistador/a: Respecto a la fabricación de la miel, teníamos entendido que ustedes tenían una forma especial de realizarla, ¿es así?
Ana: Cuando vino el inmigrante ruso, la abeja existía en Uruguay. Pero ellas estaban en el monte, eran silvestres, salvajes, entonces, el inmigrante ruso la colocó en los cajoncitos, y la domesticó, la comenzó a explotar. Hoy en día se usa la medida de la colmena que se llama estándar: todos los colmeneros tienen la misma medida de cajones, de marquitos, de alza, de todo. Pero cuando ellos llegaron vinieron con su medida, otra medida, que hasta el día de hoy hay colmeneros que la usan. Son poquitos pero la usan.

Entrevistador/a: ¿Cómo fue la construcción del pueblo?
Ana: Ellos no eran profesionales, sino que cada unos de ellos sabía un oficio. En aquella época había mucho herrero, hojalatero que hacía todo de todo: latones, baldes, todo se hacía. ¡Cómo trabajaban! Ellos te cuentan que trabajaban mucho, acarreaban carretillas con piedras; nadie se quejaba y todos trabajaban con entusiasmo. Acá se hizo la primera aceitera del Uruguay. Tenían el harinero y muchas cosas. También se hizo un cine, el cine Pobieda, que significa: victoria, en el tiempo de la guerra. El Máximo Gorki se formó en 1957.

Entrevistador/a: ¿Cuál es la función que tiene el Máximo Gorki dentro del pueblo?
Ana: Es un club social y cultural. Lo empezó un núcleo de gente eslava. Cuando comenzó se llamaba Comité Juvenil Eslavo, Comité Eslavo, porque es verdad que no eran sólo rusos los que viajaron, había gente de Lituania, de Ucrania, de otros lados.

Entrevistador/a: ¿Cuál era en principio el objetivo?
Ana: Comenzó en aquélla época, como en el año 1940 y pico. Durante la guerra, las señoras tejían, hacían comidas, bordaban (no eran grandes cantidades), y lo mandaban para Rusia, para ayudar […]. Siempre siguieron con el acordeón, cuando había casamientos (viste que el ruso es de festejar), festejaban días y días.

Entrevistador/a: ¿Cómo eran los casamientos? ¿Eran por Iglesia?
Ana: Acá está la Sabraña. Hubo algunos que eran de otras iglesias. Mi padre me contaba que él iba de chico, que los padres lo llevaban. Después dejó; por una razón o por otra, dejó. Ahora quedan poquitos: viejitos que van y cantan.

Entrevistador/a: Al empezar nos contaba que la agricultura fue el sostén del pueblo. Ahora ¿cuál es el rubro económico principal de San Javier?
Ana: Eso sigue, la chacra sigue, la agricultura sigue muy fuerte. También hay muchos tamberos chicos, y hay mucha gente que se dedica a la parte de la ganadería. Está la gente que trabaja en la construcción y viaja todos los días. También la naranja. No hay una gran cantidad de fuentes de trabajo. Están los empleos públicos.

Entrevistador/a: ¿Su trabajo acá, en el Máximo Gorki, se considera un empleo público?
Ana: Esto es todo honorario, es privado, acá nadie cobra nada, acá todo es a pulmón, por las ganas de mantenerlo, para seguir educando y tratar de que no se pierda.

Entrevistador/a: El baile es la forma de seguir entusiasmando...
Ana: Es una fiesta muy emocionante para nosotros; tenemos ahí nuestras raíces rusas. A mí me sensibiliza mucho. Tengo cincuenta años, tengo muchos años de estar acá en el club. Cada fiesta que se hace te reencontras. Los jóvenes bailan… ¡quién no ha pasado por este escenario!; muchísimos jóvenes son los que pasan. Viste que hay un chiquilín criollo y baila como si fuera ruso. Es un reencuentro.

Entrevistador/a: De San Javier, ¿son muchos los jóvenes que se van a Montevideo para estudiar o trabajar?
Ana: Sí. Ya a la edad de dieciséis, diecisiete años se van a Montevideo o a Paysandú. Por eso hay que intentar mantener a los más chiquitos, empezar con los más chiquititos para luego tener adultos.

Entrevistador/a: ¿Cómo  vivieron la época de la dictadura acá?
Ana: Fue una época muy difícil. En el pueblo se generó mucha desconfianza, porque tenías que andar cuidándote de con quién hablabas. No estaba eso que ahora tú ves, de que todos nos saludamos; eso se había perdido. Fue espantoso.

Entrevistador/a: ¿El Máximo Gorki sufrió daños?
Ana: Si, acá teníamos una biblioteca llena de libros en ruso, que habían traído los inmigrantes, pero también los que recibíamos de Rusia, ya que teníamos contacto y nos mandaban revistas, libros, de todo un poco. Llegaron un día y quemaron toditos los libros. Picaron las paredes para borrar las pinturas.

Entrevistador/a: ¿Qué tipo de pinturas eran?
Ana: En uno de los lados del escenario tenías a una madre con un hijo en brazos; en la otra pared había una pintura que era un campo con una cabaña y animales, y ahí abajo del escenario estaban las caras del teatro [símbolo que representa al teatro], esa que es una triste y otra sonriente. Ésas eran las pinturas. También quemaron todas las ropas del grupo de baile Kalinka, toditos los trajes, un destrozo total. Yo no sé por qué hicieron eso y cerraron el Máximo Gorki. Recién el 1985, después de cuatro años, pudimos nuevamente abrirlo y empezar todo de nuevo, de cero, para poder recuperarlo.

Entrevistador/a: ¿Cree que el idioma ruso se empezó a hablar menos en esa época?
Ana: Puede ser, ya que no sé por qué los militares nos veían a nosotros como comunistas, y teníamos que cuidarnos. Teníamos mucho miedo: de noche te podían ir a buscar. La muerte de Roslik fue muy injusta

Entrevistador/a: Cambiando un poco de tema ¿alguna vez viajó a Rusia?
Ana: Sí, fui cuando empezaba la Perestroika. Era todo muy distinto, todo grande.

Entrevistador/a: ¿Fue a visitar a parientes?
Ana: No, no tengo parientes allá (habrá parientes pero lejanos).

Entrevistador/a: Teníamos entendido que en una época había intercambios para ir a estudiar a Moscú, ¿eso continúa?
Ana: Han ido, han ido. En otros años han ido, pero ahora no. Se quiere retomar, pero aún no. Nuestra profesora de baile fue una de las que fue en esas épocas a aprender las dazas típicas a Rusia.

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