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Gonzalo Abella


    Gonzalo Abella es maestro e historiador. Ha escrito y publicado distintos libros, algunos de los cuales aportan polémicas tesis sobre la existencia de los charrúas en el Uruguay.

 Entrevistador/a: ¿Qué razones te llevaron a investigar a la comunidad charrúa y a sus descendientes?
Gonzalo: Yo te diría que fue por una serie de señales que me fue dando la vida, en primer lugar, en mi niñez. Yo llegué al campo en una época en donde la racionalidad de los actores de la vieja peonada rural, las historias y las leyendas me daban señales de un mundo diferente al que me contaban los libros de texto. Porque los textos me hablaban de gente inmigrante acriollada, y yo veía prácticas que no condecían con eso. Y me quedó como un asombro, como un desconcierto. Muchos años después, cuando trabajé en áreas indígenas en América, con la Cooperación Canadiense, donde fui contratado como evaluador de proyectos con Naciones Unidas, empecé a ver que los antropólogos paraguayos y los antropólogos brasileños, que tienen una lectura de la realidad totalmente distinta a la de los antropólogos uruguayos, atribuían raíces indígenas a una serie de prácticas culturales que yo había atribuido a lo canario, a la gente de campo que había venido de otro lado. Empecé a entender que dentro de la cultura rural uruguaya había muchos más elementos indígenas de lo que me habían contado. Pero después, para mi asombro, cuando trabajé en los asentamientos, me di cuenta que habían prácticas rituales detrás de lo cristiano que eran claramente animistas, y que algunas eran de origen afro y otras de origen indígena. Participar en el ritual del mate, como ritual religioso, en Matto Grosso do Sul, me hizo ver ciertos elementos de esa espiritualidad. Y el trabajo, después, en creencias sobrenaturales me hizo ver, por cierto, la cantidad de palabras indígenas que usamos diariamente, aún en el ámbito urbano, y no nos damos cuenta.

A todo eso se sumó la clara conciencia de que había una "historia oficial": un intento de devaluación de lo charrúa para decir que todo acá era guaraní. Esto último fue lo que más me decidió a seguir buscando y tratar de encontrar indicadores culturales en la memoria anciana, para ver qué quedaba de lo charrúa. ¿Qué pasa? Nuestro Estado nace con un gran genocidio indígena, que se enfoca fundamentalmente sobre la cultura charrúa. La historia oficial se ha dedicado durante ciento cincuenta años a probar que lo charrúa es un mito, que la sangre nuestra es guaraní, que los guenoas no son charrúas, que los bohanes no hablaban charrúa. Yo me daba cuenta de que eso era un disparate, pero había que probarlo. El tema de lo charrúa era como una especie de secreto oculto, que trataba de no verse, o de enseñarnos a no ver una serie de indicios que nos daban las pictografías en las zonas de pampas, es decir, los kiliapí  charrúas, con símbolos jeroglíficos bastante complejos. Había como una especie de conspiración a los efectos de devaluar lo que se había encontrado. Pero además, había encontrado la indiferencia de una Universidad muy urbana y muy sensible a los temas sociales urbanos, pero muy desconocedora de la problemática rural. Una Universidad donde coexistían los hijos de los inmigrantes humildes con los hijos de los estancieros ricos que hacían abogacía, pero no con los hijos de peones rurales.

Esa indiferencia urbana de la Universidad estuvo vinculada a algunas causas históricas bien interesantes, como al hecho de que el batllismo crea una base social entre los hijos de los inmigrantes e impregna el pensamiento batllista liberal progresista: toda una intelectualidad uruguaya, que en los años 30 y 40, en los boliches, en los debates de café filosóficos, conoce mucho más lo que pasa en Madrid que en Cerro Largo. Les fue fácil vender la imagen de que, en todo caso, los charrúas habían venido después, y habían expulsado a los pueblos más cultos. Eran malos, toscos, feos y no hubo más remedio que liquidarlos, porque era absolutamente imposible civilizarlos. Todo esto me llevó a trabajar algunas hipótesis y a diseñar instrumentos metodológicos para centrarme en mi objeto central de investigación, en nuestras raíces del tema charrúa.

Entrevistador/a: ¿Por qué las asociaciones de descendientes surgen después del período de la dictadura?
Gonzalo: ADENCH nace en el 89. Esa es una historia que tiene algunas raíces no lindas. El  problema es que ADENCH toma el modelo de la estrategia de Mundo Afro, y ésta última –con total franqueza– es una institución que mezcla cosas muy justas y muy correctas con cierta "estrategia ONG" en su funcionamiento y en sus dirigentes. Gente con ascendencia indígena empieza a tomar ese mismo camino. No podés hablar de ADENCH si no hablas de cómo surge el tema de las minorías étnicas en el Uruguay. Lo de INDIA surge por Mundo Afro. Ésta surge por ACSUN, en los años 40, esquemáticamente, porque daría para charlar horas. El asunto es así: los negros en Uruguay eran la minoría más visible porque son urbanos. La sangre indígena y la cultura indígena son más rurales (a excepción de algunos elementos indígenas como el mate, que es el ritual religioso indígena más visible, y alguna profunda sabiduría yuyera de nuestro pueblo urbano). Entonces ¿qué pasa? Los negros lo que hacían era tener sus organizaciones sociales-culturales, y si vos te definís como integrante de una minoría que fue discriminada, a través de UNESCO conseguís ciertos privilegios como becas, estudios, publicaciones, ondas radiales. Y Mundo Afro opera muy bien en este aspecto. Como toda organización humana, con cosas lindas y cosas feas […]. Mundo Afro está muy influido por el movimiento unificado Dos negros do Brasil, y por el movimiento cimarrón de Colombia, y genera todo un movimiento muy interesante.

Con este antecedente mucha gente dice: "somos descendientes de indígena vamos a hacer lo mismo". Pero surge un problema: acá nadie puede cantar el verso de que es negro en Uruguay si no lo es, porque vos podés ser rubio de ojos azules pero tu abuela estaba o no de mae de santo, tu abuelo fue o no gramillero de las lonjas del Cuareim; la colectividad negra se conoce. Pero, ¿quién es acá descendiente de indígena? Las ultimas comunidades charrúas fueron de la época de José Pedro Varela en Tacuarembó. Y sangre indígena podemos tener todos, porque la mayor parte de las familias populares uruguayas te dicen: "no, mirá, tu abuelo vino de aquella región de Italia, de donde es nuestra familia y acá se casó con una criolla". Miras la foto de esa criolla y o tiene mota o tiene pelo chuzo. El tema es que si a vos te conviene ser descendiente indígena, todos podemos serlo. En mi caso, por ejemplo, mi abuelo paterno era bastante clarito, pero a la tía le decían la Chinonga, y yo podría formar acá la asociación de descendientes de la Chinonga Viera, y si no hay nadie que cuestione eso, hay mucha plata de por medio.

Volviendo a la pregunta que me hicieron, se crea la ADENCH en Trinidad. De Trinidad se escinde un sector que recrea la ADENCH en Montevideo. Calientes los de Trinidad, y por peleas en el seno de la ADENCH, se desprende la INDIA. La INDIA es un fenómeno bastante más cuestionable […]. INDIA generó mucha irritación y agarró, además, el nombre Inchalá de la publicación que tenía ADENCH. ADENCH le hizo un juicio. ¿Qué hacen los de INDIA? Plantean que quieren patente del nombre indígena. Ahí se pudrió todo. Yo integré un grupo que se llamaba el grupo Sepé, que no buscaba personería jurídica, sino que buscábamos trabajar sobre las vías del rescate del pensamiento; hacíamos campamentos en Salsipuedes… Pero hay otras organizaciones menos públicas que son más místicas, que hacen encuentros de tercer grado con los espíritus de los indios.

Entrevistador/a: ¿Qué objetivos persiguen?
Gonzalo: Los objetivos que deberían tener estas instituciones, si así se presentan, es rescatar las memorias indígenas que existen en el Uruguay. Pero se han dedicado mucho más a estudiar los indicadores genéticos de dinastías, que permiten probar su representatividad. En definitiva, el denominador común de estas asociaciones es transformar los programas educativos y difundir la otra parte de la historia. Por otra parte, tienen conflictos legales fuertes. Cuando se crea el Primer Encuentro de Sociedades Culturales y de Descendientes Indígenas del Uruguay, auspiciado por la UNESCO, Rodolfo Martínez Barbosa va a Chile y se encuentra con Rigoberta Menchú. La ADENCH denunció ante el mundo entero la usurpación.

Cuando llegan los restos de Vaimaca, la pelea fue peor. Se había planteado por parte de un montón de organizaciones místicas –y la nuestra lo apoyaba– que Vaimaca fuera a la tierra. Desde el punto de vista de la INDIA no importaba adónde fueran, pero consideraban que había que  hacer estudios científicos de ADN, y desde el punto de vista de la ADENCH eso era tratar a Vaimaca como a un dinosaurio. Entonces ahí el debate fue impresionante.

Entrevistador/a: ¿El conflicto se mantiene?
Gonzalo: Se mantiene; el odio es brutal. Creo que es un error ese destrozo que hizo la Universidad y que cada cual se quedara con un huesito, por una sencilla razón: un charrúa del siglo XIX no suponía ya un bagaje genéticamente exacto. Ser charrúa en el siglo XIX era una manera de ser. Pedro Campbell era rubio, de ojos azules, y fue charrúa honoris causa por cuatro años, y varios muchachos negros y varias muchachas negras nacieron charrúas. De los cuatro charrúas que van prisioneros a Francia, dos eran bautizados con nombres cristianos: María, Micaela, Guyunusa, Laureano Tacuabé; los cuatro jugaban truco. Entonces, a mí me pareció un disparate ese desguasamiento que INDIA defendió. Se le otorgan a Mónica Sans y a toda la Facultad de Arqueología los restos de Vaimaca: "nosotros legitimamos que ustedes estudien los huesos". Eso ha generado unos enconos impresionantes. Por otro lado, también, en la interna de los grupos indigenistas surge hace tres años el tema de las papeleras. ¿Ser indígena es defender el medio ambiente? Ahí surge otra pelotera más.

Entrevistador/a: ¿Qué ha pasado con la cultura charrúa?
Gonzalo: Hace diez años un investigador argentino recupera los códices charrúas que hay acá, en Río Grande do Sul y Entre Ríos. Los introduce en la computadora y publica la gramática charrúa: cómo se conjuga su predicado, el sujeto… Eso genera una gran conmoción. La sangre charrúa de la provincia de Entre Ríos está prácticamente radicada en la zona de Villaguay. Allí Daniel Dellazuana, un descendiente charrúa, y Rosita Albariño, crean un grupo que se llama Grupo Charrúa Pueblo Jaguar, y empiezan a hablar charrúa y a experimentar la sonoridad de las palabras charrúas, apelando a gente muy viejita. El indio Floro, que tenía ciento cuarenta años, y los indios charrúas que quedan en el Chaco cuentan historias interesantísimas. Empiezan a trabajar sobre la sonoridad charrúa, y eso se contagia a otro grupo indigenista, que se separa del ADENCH, que es el grupo Bascuadé Inchalá. Ahí está Mónica Michelena, sanducera, que tenía una abuela charrúa que le cantaba; era "manosanta vencedora". Ella es profesora de literatura y volvió a recordar a su abuela que le canturreaba en incomprensible lengua charrúa un montón de melodías que a ella le habían quedado. Fue reconstruyendo la sonoridad charrúa con su marido, que es un investigador indígena, y con un grupo de gente empiezan a hacer canciones charrúas.

La Universidad y la INDIA le dan por la cabeza. En cambio, la ADENCH la defiende. Al mismo tiempo se forma un tercer grupo, un nuevo grupo, el grupo GuidaI, que hace música, y estudia con los cuarzos y otras cosas la sonoridad indígena. Se basaron en los viejos relatos de Centenera, que describe que al comienzo los ejércitos de charrúas tenían una banda musical con flautas, atamboras (que todo el mundo traduce por tambores y caracoles sonoros). Esas son las tres líneas de instrumentos que describen. Así empiezan a experimentar sonoramente con los elementos musicales, partiendo de que la base rítmica tiene que ser la base rítmica pampa, la misma del malambo. Tenemos también las descripciones que hacen de Tacuabé y Guyunusa en Paris cuando se esconden a espiarlos; describen el violín monocorde de Guyunusa y el arco de Tacuabé. Es una descripción hecha en Francia minuciosamente. Allí les esconden (en la pieza de al lado) una orquesta de cámara y un pianista, y observan cómo reaccionan los cuatro ante la música. La constatación que hacen los franceses es que reaccionan mucho más vivamente ante la música de cámara alegre, y más indiferentemente a los scherzos y a la musical lenta […].

Entrevistador/a: ¿Cuántos de los autodenominados descendientes pertenecen hoy en día a una organización?
Gonzalo: Una abrumadora minoría. Es decir, la inmensa mayoría de los descendientes reales de la cultura charrúa no tiene la menor idea de que existen estos rollos institucionales, porque viven en campaña. Ya Mónica Sans, con su indicador biológico –que no es, a mi juicio, el más interesante (indicador genético del ADN mitocondrial)– demostró que el bagaje genético del pueblo uruguayo es un 70% europeo, un 15% negro y un 15% indígena. Todo esto desigualmente distribuido: la minoría étnica afro es más urbana y la minoría étnica indígena es más rural. Eso es interesante como primer elemento a tomar en cuenta. Pero el problema es que una persona de pelo chuzo y de pómulos salientes y dentadura perfecta, que es bancario en COFAC, no es tan charrúa como un muchacho rubio, de ojos azules, que anda a caballo, que conoce todos los secretos del monte y se mete en  el monte a cazar mulitas y que conoce por los teros si va a llover o no.

¿Cuántos descendientes charrúas hay? Nosotros, esas preguntas nos las hicimos, además, por que la historia oficial dice que eran poquísimos, y eso se debe a un error bastante explicable. Acá, lo que predomina es la sangre guaraní. Los guaraníes siempre vinieron acá en peregrinación. Para fortalecer los lazos comunitarios los pueblos de la selva hacían esas peregrinaciones, y además, los pueblos de la selva no ven amaneceres, por lo que conocer la salida del sol sobre el océano era fundamental. Cuando esta zona es vaquería, los peregrinos vienen con los guaraníes, con los curas. Cuando los jesuitas son expulsados, hay una guerra sumamente sangrienta, la guerra guaranítica, y muchos guaraníes, para no volver a ser esclavos en las misiones, se vienen a ser gauchos. Pero esos guaraníes ya vienen siendo cristianos. Venir siendo cristianos significa que se bautizan; bautizarse significa que existen para los registros. La inmensa mayoría de los charrúas no eran cristianos y, entonces, no hay registros.

Entrevistador/a: ¿Deberíamos hablar de descendencia cultural o genética?
Gonzalo: Si vamos a lo cultural, yo te diría que lo que nosotros tenemos es un pueblo con un altísimo mestizaje de prácticas charrúas vinculadas como genes recesivos en una matriz predominantemente europea. Hay un montón de rituales que se enmascaran en ritos cristianos, es decir: aparece la "luz mala" y vos te persignas. Entonces, esta barrera espiritual [hace el gesto de persignarse] viene de Europa, pero la "luz mala" viene del animismo. Esas almas no fueron ni al cielo ni al infierno, rondaron. Ahora, ese animismo es indígena, africano o español.

¿Cómo cuantificar la gente que tiene ascendencia indígena? Yo te diría que para eso hay que dividir el Uruguay en tres: el mundo urbano, el mundo de la ganadería extensiva y el mundo chacrero. Hay tantas diferencias entre el mundo chacrero y el mundo de la ganadería extensiva, como entre el mundo chacrero y el mundo urbano. Y donde más predominan estas prácticas culturales es en el mundo de la ganadería extensiva. Y eso porque el charrúa del siglo XVIII eligió al caballo como estrategia adaptativa para sobrevivir, en un ecosistema de praderas donde estaban expuestos a la represión, utilizándolo para emprendimientos productivos nuevos (que permitían, incluso, el trueque con el mercado mundial, sobre todo por el cuero de sus nuevas artesanías).

Entrevistador/a: ¿La actividad productiva de ellos estaría focalizada en el cuero?
Gonzalo: Desde el siglo XVIII, en España, tener vacas era carísimo. Ni que hablar en Escocia, ni que hablar en las zonas donde hay pradera y la nieve mata. Entonces, es la ración lo que descubre Hernandarias entre los jesuitas, y al mismo tiempo, acá hay pasto todo el año, acá el ganado se reproduce solo. Los indios eligen manejar esos nuevos elementos para sus estrategias adaptativas, y desarrollan las artesanías, la guasquería y  todo lo que es el trenzado. Esto es una novedad mundial y hace que a Rocha y a Maldonado lleguen cientos de barcos holandeses e ingleses buscando cuero, [a cambio del cual] ofrecían en trueque lo que los charrúas quisieran.

Entrevistador/a: ¿En qué zona del territorio se concentran estos descendientes?
Gonzalo: Yo te diría que donde hemos encontrado descendientes con más memoria ritual es en las zonas de Arerunguá (ruta 31, entre Tacuarembó y Salto), Tacuarembó, Cerro Largo y en una pequeñísima parte de Soriano, en donde están los chaná, que eran los que predominaban en Soriano. También te diría en segundo plano, Paysandú.

Entrevistador/a: ¿Qué puede decir de la alimentación?
Gonzalo: Por los dientes y los restos óseos que se han encontrado, por la forma de pulimento y de erosión de los dientes, claramente, los charrúas del siglo XVIII comían mucha carne. No se han encontrado cuerpos momificados, por la humedad de nuestras tierras, como sí se han encontrado en el altiplano cuerpos momificados por la sequedad. No hay, por las condiciones de humedad de nuestras tierras, cuerpos que se hayan conservado. Lo que hay son crónicas, descripciones […] que hablan de la mandioca, del maíz y del zapallo, como complementario.

Me decían los alemanes, en el Paraguay: "Gonzalo, hay una cosa muy rara en la historia de ustedes. En la pradera fértil es mucho más fácil sembrar que en la selva, porque en la selva, para que se dé la fotosíntesis las plantas tienen que enroscarse buscando captar la luz". Entonces, si los pueblos se visitaban, si hay cerámicas guaraníes en Rocha, ¿cómo es que iban a la selva a sembrar y en la pradera no se sembraba? Eso mismo pasa con el mundo gaucho. En el mundo gaucho vos te imaginas un mundo con un montón de hombres a caballo, todos hombres que se clonaban entre sí y daban más gauchos y más gauchos. Pero en realidad, el mundo gaucho tiene sus unidades productivas, que eran las estancias cimarronas, en donde se hacia jabón, velas, herrería, había fragua, se hacían trabajos de carpintería y se almacenaban yuyos indígenas, se preparaban medicinas, queso y embutidos. O sea, la estancia cimarrona del siglo XVIII es el equivalente al mundo medieval europeo. Y eso también es mundo gaucho, y es un mundo de hombres y mujeres a caballo. Entonces, hay como una especie de esquema, una especie de estereotipo, [la tendencia a] describir de afuera lo que no se conoce bien. Pero cuando vos apelas a la memoria anciana te da un panorama totalmente distinto.

Entrevistador/a: ¿Puedes hablarnos de algunas fechas relevantes para los charrúas?
Gonzalo: Indudablemente, lo que los criollos llamaban "la noche de San Juan". Era la noche más importante para ellos, porque es el Solsticio de Invierno, que se sigue celebrando como "la noche de San Juan". Simétricamente, los pueblos del sur festejaban en junio la noche más larga, porque la noche más larga es paradójicamente el anuncio de que los días van a ser largos. Su calendario, por otra parte, es lunar. En estos momentos acaba de descubrirse en Salto un calendario lunar tallado en piedra cónica en la cuchilla del fuego. Les estaba hablando de las fechas precolombinas. Las fechas precolombinas fundamentalmente son el Solsticio de Invierno y los ciclos de maduración de las diferentes plantas, y las temporadas de pesca; todo regido por las estaciones según un calendario lunar. Lo que sorprende a la gente, sobre todo, son las fases de la luna como referencia para todos estos pueblos. Es más, parece ser que los pueblos más tropicales y más andinos le dan más importancia al sol y los pueblos pampeanos se rigen mucho más por la luna. No hay una explicación clara del porqué, pero estos pueblos eran pueblos de la luna.

Les cuento de los aniversarios. Ya para los indios del siglo XIX, la memoria de Salsipuedes fue fuertísima. Hay una historia, que recogen historiadores argentinos, que se llama Memorias del Federalismo en el Rió de la Plata, que cuenta lo que pasó con algunas muchachas charrúas cautivas en Montevideo.

Entrevistador/a: ¿Qué tradiciones y celebraciones los identifican?
Gonzalo: En realidad, todos los indios de las praderas tienen celebraciones iguales. Una cosa absolutamente típica que pervive en el pueblo uruguayo es la presentación de los niños a la luna. Donde está el cementerio se entierra la placenta, primero; como señal para los espíritus dormidos de que hay un nuevo miembro en la familia extensa, se entierra el cordón umbilical. Luego, en la primera luna llena, que es lo que energiza a los espíritus, le sacan el mantito al bebé y desnudito lo presentan a la luna, para el reconocimiento de los espíritus.

Entrevistador/a: Sabemos que hay descendientes viviendo en países limítrofes. ¿Cómo es el vínculo entre las comunidades establecidas en Uruguay y las del exterior?
Gonzalo: Cruzan; allá no hay tanto problema para relacionarse. La asociación de descendientes charrúas de Villaguay tiene sus propios problemas con la asociación de querandíes, con la asociación de chanás, con la asociación de guaraníes del norte de la provincia. Ellos tienen cierta "propiedad" de lo charrúa; lo miso pasa en Bagé y en la zona de Río Grande do Sul. Usualmente, tanto las organizaciones charrúas de Villaguay como las de Bagé se vinculan con CONACHA y con ADENCH y no con la INDIA. En cambio, otras organizaciones más mayoritarias del norte de América del Sur tienen mucho más información sobre INDIA (sobre todo porque INDIA fue el primero que copó todas las redes internacionales. Entonces, la referencia es INDIA). Además, existen intercambios: en la noche de San Juan va gente de la CONACHA a Bolivia,  vienen ellos para acá, se hacen fogones... Y después, hay encuentros sobre Derecho, etc.

Entrevistador/a: A partir de lo que ha investigado. ¿Usted cree que aquellos que se autodefinen como charrúas se sienten discriminados o excluidos por la sociedad uruguaya?
Gonzalo: El problema es que la mayor parte de los descendientes indígenas del Uruguay no se asume como indios. Y hay un problema genético que también juega. Muchos de  los caracteres genéticos de lo indígena son recesivos en relación con los caracteres indoeuropeos, mientras que los caracteres africanos son dominantes. Es decir, se casa una muchacha blanca con un muchacho negro y el nene tiene rulitos. Muchos caracteres indígenas son mucho más disimulables por la migración de Italia del sur y de España del sur que llega al Uruguay, entonces, pasan mucho más desapercibidos. En Uruguay no hay un racismo claro contra el indio: Sí existe, sobre todo, en sectores de mayor edad con relación al negro. Pero no existe con relación al indio. El pueblo indígena no se siente discriminado, pero no se autopercibe como tal. Mucha gente acá que se siente blanquita y dice: "¡qué asco le tengo a los negros!"; cuando llega a Noruega se sorprende porque lo discriminan. Nadie se autopercibe acá como indio a menos que quiera autopercibirse como indio.

Entrevistador/a: Y para los que se autoperciben ¿se conoce un número aproximado?
Gonzalo: Los que se autoperciben, en general, o están en asociaciones nativistas o están vinculadas al mundo del caballo, de las jineteadas. Porque lo que heredan de lo indígena, fundamentalmente, son dos cosas: el ser vencedores y el ser  jinetes.

Entrevistador/a: ¿Cree que en la actualidad la sociedad uruguaya reconoce como parte de su identidad y sus raíces a la cultura indígena?
Gonzalo: Ahí hay dos cosas. La historia oficial ha insistido mucho en que sí tenemos sangre indígena, pero que es guaraní, y que lo charrúa es poco menos que un mito. Ese fue el gran operativo guaranítico para borrar lo charrúa de la memoria de los uruguayos, que tuvo la complicidad de alguna gente, fundamentalmente, de los más corruptos […]. A partir de ahí mucha gente me dice: "pero ¿cómo? ¿No estás actualizado? Mirá que ahora está muy claro que todo es guaraní". A partir de ahí surgen varias corrientes. Está muy claro en el pueblo uruguayo de hoy, sobre todo entre la gente joven, que tenemos sangre africana y sangre indígena; otra cosa es el tema charrúa. Sería un honor tener sangre guaraní porque el pueblo guaraní es maravilloso, pero acá no se trata de hacer competir lo charrúa contra lo guaraní. Se trata de una intención esencial de relativizar el genocidio, porque en el Genocidio de Salsipuedes se logra entender una cosa fundamental: que el Estado Oriental nace con una definición claramente antiantigüista, que el Partido Colorado se funda a partir del club cisplatino. Es decir, el Partido Colorado es el club de los enemigos de Artigas, y la constitución del 30 es una constitución que fundamentalmente inaugura la contra-revolución agraria, un proceso de consolidación de la gran propiedad que Artigas había cuestionado. Del 30 al 75 es la contra-revolución agraria y uno de los episodios más sangrientos de la contra-revolución fue Salsipuedes.

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